Los alimentos más importantes de la dieta antiinflamatoria

La posibilidad de elaborar una dieta antiinflamatoria está al alcance de la mano de muchas personas. Con pequeñas adiciones claves en el plan de alimentación semanal y la restricción de ciertos productos que no resultan benéficos es posible reducir la incidencia de los procesos inflamatorios dentro del organismo.

La inflamación se ha asociado con diversos padecimientos y patologías. No siempre es el mecanismo que se erige como único agente causal, pero sí resulta evidente que varios procesos alterados del metabolismo tienen como vía final común el aumento de la concentración de daño en los tejidos.

Este daño puede ser agudo o crónico. El segundo es el que más relación tiene con la dieta antiinflamatoria, ya que lo que se pretende con esta nutrición es reducir la aparición de radicales libres y enlentecer las oxidaciones celulares, de manera que el envejecimiento y la transformación maligna celular no sean motivo de preocupación.

¿Qué efectos tiene la inflamación crónica en el cuerpo?

La dieta antiinflamatoria cobra importancia en el contexto actual. El alto consumo de hidratos de carbono en combinación con grasas trans es nocivo para cualquier cuerpo. Así mismo, una baja ingesta de frutas y verduras evita la incorporación de sustancias antioxidantes primordiales.

Los sistemas humanos se desarrollan entre intervalos de inflamación y no inflamación. A menudo y casi constantemente hay lesiones que estimulan el movimiento de células de defensa, de sustancias proactivas para luchar contra agentes externos y de cambios vasculares. Esa actividad es silenciosa y se suele resolver con rapidez.

El problema sobreviene cuando la inflamación se hace crónica. Es allí que la dieta antiinflamatoria hace su aparición como alternativa de alimentación para desalentar el círculo vicioso de daños que no se solucionan de inmediato.

Cuando hay inflamación crónica no nos damos cuenta. El cuerpo sufre cambios lentos, pero persistentes, que acumulan sustancias tóxicas y de deshecho, a la vez que se lesionan los tejidos. La ciencia ha demostrado que ese estado, a la larga, deriva en síndromes metabólicos, en patologías degenerativas y hasta cáncer.

Siempre habrá oxidación y generación de radicales libres (sustento de la inflamación crónica), pero lo que debemos procurar es que ello no se salga de control. En ayuda acuden una serie de alimentos considerados antiinflamatorios, de los que enumeraremos los más importantes.

Tomates ricos en licopeno y antioxidantes.
Los tomates contienen licopeno, un conocido antioxidante que podría ser parte de la dieta antiinflamatoria.

Vegetales como alimentos de base para una dieta antiinflamatoria

El consumo de vegetales está sugerido y recomendado para combatir múltiples enfermedades. Reduce el riesgo de daño cardiovascular, mejora la digestión y enlentece el envejecimiento.

De todas maneras, si bien la mayoría de los vegetales son consumibles sin demasiado riesgo, hay que considerar en la dieta antiinflamatoria a aquellos con mayor contenido de antioxidantes. Las antocianinas y el licopeno son dos sustancias que reciben especial atención por su presencia en productos de consumo habitual.

Las antocianinas se hallan en los vegetales de color rojo y azul. En efecto, son estos pigmentos naturales los que otorgan la coloración. Los frutos rojos, como fresas y frambuesas, resultan de especial valor al pretender aprovechar el efecto antioxidante. Sobre todo considerando que los estudios científicos asocian esta potencia con la reducción del riesgo de padecer un evento cardiovascular.

Por su parte, los tomates son ricos en licopeno, una variedad de carotenoide. Las investigaciones sobre su consumo apuntan a un efecto notorio en la reducción del colesterol sanguíneo y en la disminución de las cifras de tensión arterial.

El pescado azul en la dieta antiinflamatoria

Los beneficios del pescado azul son reconocidos por la ciencia médica y nutricional desde hace tiempo. Se sabe que su contenido en ácidos grasos omega 3 y en vitamina D representa un aporte nada despreciable para las personas que pretenden mejorar su sistema cardiovascular a través de la dieta. Del mismo modo, en un plan antiinflamatorio son indispensables.

Entre los pescados representantes de esta variedad tenemos al atún, la caballa, la sardina y el salmón, entre otros. Su porcentaje de grasa es mayor que la de los blancos y gran parte de sus propiedades preventivas se atribuyen a las vitaminas A y E que poseen. Ambas cumplen roles antioxidantes también.

El único cuidado que hay que tener con los de mayor tamaño es su posible contenido elevado de metales pesados. No sucede lo mismo con los pequeños, pero es un factor a considerar, ya que la intoxicación por mercurio genera una serie de problemas de difícil abordaje.

Avena antioxidante

La avena puede ser una fácil inclusión en la dieta antiinflamatoria. Existen varios tipos del producto que se combinan de diferente manera, tanto para consumo único como combinados con otros alimentos, en forma de ingredientes o adiciones.

Su composición nutricional incluye flavonoides, ácidos fenólicos y tocoferoles. Todos ellos actúan reduciendo la inflamación y previniendo la oxidación. También se especula con la acción de los mismos compuestos sobre las arterias y el colesterol, evitando la formación de placas de ateromas que conduzcan a eventos cardiovasculares.

En términos específicos de inflamación, la avena podría inhibir la acción de los macrófagos, células que liberan sustancias tendientes a aumentar los procesos en cascada que derivan en acumulación de detritus y líquidos. Al bloquearse esta acción es posible que se enlentezcan las etapas del envejecimiento.

Avena en un frasco.
La avena puede emplearse sola o combinarse con cereales u otros platos, incluso lácteos.

La dieta antiinflamatoria en un plan saludable

La dieta antiinflamatoria no actúa por sí sola para bloquear los radicales libres ni para reducir la presencia de tóxicos en el organismo. Debe haber un acompañamiento de ejercicio físico y de evitación de hábitos perjudiciales como el tabaco.

Como bien dijimos, la producción de radicales libres es inherente al metabolismo. En mayor o en menor medida habrá generación de estos compuestos por el mero hecho de respirar y de cumplir con los parámetros mínimos vitales. Sucede en todos los seres humanos con distintos grados.

Una dieta antiinflamatoria, diseñada para tal fin, pretenderá minimizar el efecto de la oxidación a largo plazo. Al haber menos radicales libres circulantes se restringirá el daño en los tejidos. Esto será evidente en diversos sistemas: el aparato cardiovascular tendrá menos ateromas, el dérmico será más turgente y más elástico, el nervioso conservará por más tiempo la mielina para la transmisión neuronal.

Será importante que la dieta antiinflamatoria sea diseñada por profesionales de la salud. La inclusión aleatoria de los alimentos que hemos mencionado como los más importantes no puede realizarse así porque sí. Un plan nutricional no solo se concentrará en estos productos, sino que contemplará otros aspectos.

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