Padecer fatiga adrenal puede que no sea algo que se escuche como diagnóstico de manera habitual. Es más común oír que una persona tiene fatiga crónica o cansancio extremo. También se habla de síndrome de agotamiento físico y mental.
Pero lo cierto es que la fatiga adrenal existe y es un término más puntual para describir aquellos cuadros clínicos que superan las instancias comunes del cansancio. Esto es la combinación de signos y síntomas, como la dificultad para concentrarse, los trastornos del sueño, los estados de ansiedad con cambios en el apetito y la abulia.
El desencadenante de fondo es el estrés y los órganos afectados son las glándulas suprarrenales. Como veremos más adelante, se altera su funcionalidad y la producción hormonal que depende del eje hipotálamo-hipófisis-adrenales cambia para mal.
Las glándulas suprarrenales son las afectadas por la fatiga adrenal
Entonces, ¿qué es la fatiga adrenal? En términos sencillos, se trata de un agotamiento de las glándulas suprarrenales por la exposición constante al estrés. De este modo, se les vuelve imposible abastecer al cuerpo con las cantidades suficientes de hormonas para cumplir las tareas habituales.
Sobre todo, la hormona más afectada es el cortisol. Esta sustancia se produce en la corteza de las glándulas en cuestión y pertenece a la categoría de los glucocorticoides. De hecho, sus actos primordiales en el organismo se explican por su componente corticosteroide, como los fármacos que a veces se prescriben para ciertas patologías.
Cuando el ser humano es sometido a estrés, por la causa que sea, el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal incrementa la salida de cortisol a la sangre. Esto se hace con el fin de responder a los estresores con alguna reacción de supervivencia, ya sea la lucha o la huida.
Para lograr ese cometido, la hormona ejecuta las siguientes funciones:
- Desinflama: al regular a los glóbulos blancos los incita a quedarse quietos y no favorece la producción de sustancias proinflamatorias.
- Bloquea al sistema inmune: del mismo modo que se reduce la inflamación, los mecanismos de defensa celulares se enlentecen, con el objetivo de disponer al cuerpo para una respuesta adecuada que no malgaste energía en otros procesos.
- Aumenta la presión arterial: el cortisol retiene sodio en los riñones y contrae a las arterias, mejorando la circulación inmediata para tener más sangre disponible en los órganos vitales.
- Eleva la glucemia: esta hormona acelera la salida de glucosa a la sangre para que los músculos tengan combustible disponible, de manera que puedan contraerse con eficiencia para responder al estrés.
Puedes saber más sobre las hormonas y su rol leyendo: 3 tips para subir los estrógenos
El proceso que lleva a la fatiga adrenal
Se han identificado cuatro etapas por las que atraviesa el paciente con fatiga adrenal. Todas ellas se ven signadas por un estrés que se hace crónico y que agota la disponibilidad de cortisol. Entonces, en cierto punto, esta hormona no da abasto y aparecen síntomas contrarios a las funciones que hemos descrito antes.
Esto quiere decir que habrá inflamación persistente, la presión arterial disminuirá por la vasodilatación, el sistema inmune de hiperactivará atacando órganos propios y se entrará en estados de hipoglucemia. Todo responde a un cortisol bajo.
Las etapas son las siguientes:
- Alarma: es el primer momento, cuando el estrés obliga al cuerpo a fabricar y liberar cortisol. Las glándulas suprarrenales responden de inmediato y esto es normal. Muchas veces atravesamos episodios de ansiedad agudos que necesitan una reacción.
- Resistencia: en esta segunda etapa el estrés se ha vuelto crónico. Ya se superó la fase aguda, pero el cuerpo sigue recibiendo señales de una necesidad extrema de cortisol. Es evidente que las glándulas se agotarán en cierto punto. Ya hay fatiga adrenal, pero es posible que la persona lo atribuya a algo pasajero. Hay cansancio, quizás insomnio y hasta alteraciones del ciclo menstrual en las mujeres.
- Fatiga adrenal propiamente dicha: en la tercera fase ya está completo el síndrome. Otras hormonas y glándulas se alteran, ya que el equilibrio de sustancias y la homeostasis dependen de la interrelación. Hay mucha producción de noradrenalina para compensar lo que el cortisol no está haciendo, pero a mediano plazo no es suficiente. El cansancio no deja realizar tareas habituales y ni siquiera durmiendo se recupera la energía.
- Insuficiencia: esta cuarta fase puede ser difícil de distinguir de la tercera. Las glándulas suprarrenales se vuelven insuficientes, es decir, ya no tienen capacidad para satisfacer las demandas. El cuadro corre el riesgo de convertirse en enfermedad de Addison, lo que puede ser potencialmente mortal.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico de la fatiga adrenal sucede mediante un laboratorio. Por supuesto que los síntomas son lo primero y el profesional sospecha la presencia del cuadro para decidirse a evaluar la sangre.
De todos modos, hay que ser muy cuidadosos con las mediciones. Las hormonas responden a cambios diurnos y circadianos que, si no se consideran, arrojan resultados negativos en pacientes enfermos, lo que conlleva un infradiagnóstico.
Se evalúan los niveles de cortisol y de dehidroepiandrosterona. No será suficiente con un solo muestreo, por lo que se recomienda realizar el laboratorio en horarios diferentes y en jornadas disímiles. Una posibilidad es utilizar la saliva del paciente al despertar, a mediodía, por la tarde y a la noche.
Tratar la fatiga adrenal
El tratamiento de la fatiga adrenal, una vez se ha instalado, se basa en modificaciones del protocolo de la enfermedad de Addison. El medicamento por excelencia es el corticoide, que podrá ser prednisona o hidrocortisona. También las variantes químicas, como la metilprednisona.
Las dosis se ajustan según actividad física, tipo de trabajo, contextura corporal y comorbilidades. Nunca debería existir automedicación en este campo, ya que un error en las cantidades aparejará más efectos secundarios que beneficios.
Para la pérdida de sodio que estimula la hipotensión arterial se recomiendan soluciones salinas. El paciente debe incrementar el consumo de sal en la dieta y disponer de soluciones especiales que se pueden ingerir en casos de cansancio extremo con valores de presión arterial muy bajos.
Lo mismo aplica para el azúcar. Al existir riesgo de hipoglucemia, la persona debe disponer de inmediato de caramelos o dulces que restituyan la energía muscular. Siempre se debe considerar el índice glucémico del producto.
Por supuesto, lo ideal es prevenir las situaciones extremas de fatiga adrenal. Para ello, la detección a tiempo de una deficiencia de cortisol permitirá implementar cambios en el estilo de vida, en la frecuencia de los ejercicios y en la dieta.
Si te interesa saber cómo se reemplazan las hormonas naturales en los tratamientos, puedes ingresar a Terapia de reemplazo hormonal