La relación entre los antibióticos y la microbiota intestinal se estudia cada vez más. Esto es porque la ciencia ha descubierto que estas bacterias que habitan el intestino intervienen en múltiples procesos fisiológicos del cuerpo humano. De esta forma, los medicamentos que las modifican tienen repercusiones notorias en el metabolismo y en el desarrollo de patologías.
La microbiota es un conjunto de bacterias que viven de manera regular en el sistema digestivo. Se puede considerar un órgano en sí mismo, salvando las diferencias con los tejidos, ya que su peso oscila entre 1 y 2 kilogramos y se considera también al componente genético que allí existe.
El efecto de los antibióticos en la microbiota intestinal no fue tenido en cuenta hasta hace poco, debido a que su importancia en la medicina era desdeñada. Se reducía el conocimiento a saber que existían y que a veces causaban diarreas. Pero luego se reveló la influencia de esta comunidad bacteriana en patologías neurodegenerativas, en el balance hormonal y en el crecimiento y desarrollo.
El uso de antibióticos en los enfermos intestinales
Las patologías crónicas inflamatorias del intestino, como la colitis ulcerosa, evolucionan entre episodios agudos. Las agudizaciones pueden deberse a infecciones localizadas. Es común que los pacientes tengan divertículos que almacenan pus o que una bacteria exógena colonice la región, como sucede con los tipos patógenos de Escherichia coli.
Llegado el caso, los médicos recetan antibióticos que afectan la microbiota. A veces no hay otra alternativa, pero al saber que estos fármacos modifican la composición de las colonias residentes, el panorama cambia.
Según una de las hipótesis al respecto de la etiopatogenia de la enfermedad de Crohn, por ejemplo, se sospecha que haya una actividad exagerada del sistema inmune humano contra la microbiota. Es decir, los glóbulos blancos y los anticuerpos actuarían frente a bacterias que no son malignas y que no es necesario eliminar. A larga, la persona comienza con los síntomas propios de la inflamación abdominal, con diarrea, dolores tipo cólico y sangre en la materia fecal.
Existen investigaciones que han estudiado la composición de la microbiota en pacientes enfermos de colitis, en otros sanos y también antes y después del uso de antibióticos. Siempre se detectan diferencias, denotando que la medicación juega un papel importante en el desarrollo de los cuadros clínicos.
¿Qué afecta la relación entre antibióticos y microbiota intestinal?
Un paciente con enfermedad de Crohn o con colitis ulcerativa puede requerir antibióticos, más allá de los fármacos habituales y crónicos que debe tomar por su condición. Digamos que se presenta con fiebre a la consulta, es revisado y examinado con métodos complementarios y se detecta un absceso. Lo más probable es que se inicie antibioticoterapia.
El vínculo dañino entre antibióticos y microbiota intestinal se puede manifestar en tres ámbitos:
- Nutrición: el fármaco, al alterar la composición del interior del intestino, modifica la absorción de nutrientes. Estas colonias de microorganismos son útiles para que ciertos componentes de la alimentación lleguen a la sangre. Por eso se promulga el uso de probióticos que las estimulen, de manera que las dietas sean más efectivas.
- Metabolismo: considerada ya un órgano, la microbiota intestinal participa en los ejes hormonales del cuerpo. Si cambia su composición, también cambia la manera en que las hormonas se metabolizan.
- Barrera: la participación en el sistema inmune de la microflora bacteriana del intestino es un punto importante de la defensa del organismo. Actuando como barrera para los agentes externos invasores, la microbiota genera un ambiente inhóspito que detiene implantaciones extrañas. Si un antibiótico reduce los microorganismos en cantidad y se modifica la proporción, es posible que otros virulentos ocupen ese espacio sin ser rechazados.
La resistencia bacteriana de la microbiota y el uso de antibióticos
El uso abusivo de antibióticos deriva en la selección no natural de colonias bacterianas. Esto sucede dentro del intestino y fuera de él. Además, no solo las personas con colitis ulcerativa o enfermedad de Crohn emplean estos fármacos. Ya la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido sobre la problemática en reiteradas oportunidades.
Ahora bien, ¿los antibióticos y la microbiota intestinal pueden confluir favoreciendo la resistencia? La cuestión es que, si no se emplea y se prescribe el fármaco adecuado, es posible que los crecimientos no sean controlados dentro del intestino. Esto se traduce en la aparición de cepas con mejores condiciones para esquivar los efectos de los medicamentos.
La situación es más compleja en los pacientes con enfermedades intestinales porque suelen ser víctimas de procesos de prescripción descontrolados. Un médico le indica un antibiótico que no funciona, luego otro lo cambia y a veces ni se espera a terminar el tiempo estipulado para ese protocolo. Esto sin contar la automedicación, ya que en muchos países hay venta libre.
La microbiota intestinal y los antibióticos no son los culpables directos de la resistencia, sino que la combinación de factores entre ambos es la determinante. La cuestión se zanjaría si el uso se redujera y si se emplearan otras alternativas válidas para la salud del aparato digestivo, como podrían ser los probióticos.
Un riesgo individual y comunitario
Los antibióticos y la microbiota intestinal son temas estrechamente en relación. Si no se prescribe a conciencia y se limita la automedicación, las colonias bacterianas del aparato digestivo dejan de cumplir las funciones esenciales que tienen. Es decir, se altera la nutrición, el metabolismo y el sistema inmune.
Los tres aspectos son básicos para la existencia, tanto de las personas con enfermedades inflamatorias intestinales como de la población en general. La resistencia bacteriana no solo es un problema de los pacientes con colitis, sino de toda la comunidad global.
La importancia radica en el entendimiento de que pequeñas acciones aisladas en el uso indiscriminado de medicamentos repercuten con gravedad sobre la vida mundial. Siempre será prioritario el cuidado preventivo de la salud de la microbiota a través de una dieta adecuada y el consumo de productos que no la lastimen.